Masticar chicle tiene sus beneficios y sus inconvenientes para nuestra salud bucal. Entre los aspectos positivos, destaca su capacidad estimulante de la producción de saliva, aumentando ésta hasta en 10 veces. La saliva consigue neutralizar la acidez que se produce sobre la superficie de los dientes como consecuencia de la producción de ácidos por el metabolismo bacteriano durante las comidas.
Se recomienda utilizar chicles sin azúcar para evitar el consumo de azúcar y su riesgo cariogénico.
Masticar chicle también produce una “acción de barrido” sobre las superficies dentales que ayudan a controlar la placa bacteriana.
Aunque se han valorado como un arma para controlar la halitosis, no hay estudios concluyentes y, en ocasiones, simplemente enmascaran los síntomas.
También se han estudiado como una ayuda para la relajación de la articulación témporo-mandibular, pero utilizado continuamente puede producir el fenónemo contrario, la sobrecarga.
Durante los cambios de presión, por ejemplo en un avión, pueden ayudar a controlar la presión auditiva, por el hecho de movilizar la musculatura mandibular que afecta a los músculos del oído.
Entre los efectos perjudiciales, está el efecto cariogénico de los chicles con azúcar, especialmente en niños.
Su consumo abusivo o continuado, puede producir posibles fenómenos de sobrecarga muscular porque se está haciendo trabajar constantemente una musculatura preparada para hacerlo en menor grado.
El uso del chicle es recomendable sólo durante 20 minutos y no se recomienda en pacientes con ortodoncia, con problemas en la articulación témporo-mandibular ni como sustitutivo del cepillado dental.